viernes, 14 de noviembre de 2008


PORQUE ZEUS PUSO A LOS MORTALES EN EL CAMINO DEL SABER,
CUANDO ESTABLECIÓ CON FUERZA DE LEY
QUE SE ADQUIRIERA LA SABIDURÍA CON EL SUFRIMIENTO.
(ESQUILO: AGAMENÓN)

Después de un indeseado parón, he vuelto al cine. Y más me hubiera valido estarme quietecito, porque Sólo quiero caminar, del realizador Agustín Díaz Yanes me resultó un verdadero tostón.

Quien espere ver una continuación digna de Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (1995), se encontrará en la peor de las vicisitudes. En primer lugar, por el hecho de que no es una secuela de este filme (el personaje de Victoria Abril -Gloria Duque- es secundario y las referencias a la película casi inexistentes -y que conste que tampoco iba yo buscando esto-); en segundo lugar, por que opino que el realizador anda desorientado y construye una trama sin ritmo y con continuas sensaciones de algo ya más que visto, a pesar de su intento de ofrecer una tragedia contemporánea con la figura de Némesis-Ariadna Gil-Aurora como protagonista absoluta; y, en tercer lugar y último, por narrar en dos horas una historia que podría haber resuelto en muchísimo menos, en un alarde de intentar construir un thriller patrio que atufa a huero discurso.

Trabajo fallido, señor Díaz Yanes. No obstante, admito -y admiro- el trabajo de las actrices (Ariadna Gil, Pilar López de Ayala, Elena Anaya y Victoria Abril), si bien no me lo llego a creer del todo.

Lo que más grato me ha resultado es descubrir las referencias a Sam Peckinpah y Quentin Tarantino (Ariadna Gil y Diego Luna samuráis, una Kill Bill y un Reservoir Dog condenados a encontrarse y a sufrir, que es la base de todo conocimiento -incluso el de naturaleza carnal-). Pero, señor Díaz Yanes, usted no es ni Peckinpah ni Tarantino. Y, aunque suene a broma, considero esta película como un Sin tetas no hay paraíso con ínfulas de Nouvelle Vague.

Podéis prescindir de ella, salvo que busquéis precisamente todo lo contrario a lo que he expuesto.

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