jueves, 3 de julio de 2008


Ama tu ritmo y ritma tus acciones

bajo su ley, así como tus versos;

eres un universo de universos

y tu alma una fuente de canciones.

(Rubén Darío)


Hoy le llega el turno al cine de género musical. Comprendo perfectamente a quienes se cuestionan este tipo de películas tachándolas de fantasiosas, irreales y falsas. Pero, a mí, estos filmes me han procurado estupendos momentos y, sin desmentir el hecho de que en la vida no nos persigue ninguna partitura (ya podría ser, ya: que sonara la música y nos pusiéramos a cantar y a bailar), creo que, como manifestaciones de una tendencia, se han rodado películas que merecen un reconocimiento. Y voy a ofrecer mi listado de las 25 películas imprescindibles (según mi opinión) de este género. Aquí van los diez primeros títulos.

Advierto, además, que no incluyo los filmes musicales de animación, a los que, en un futuro, les dedicaré su correspondiente espacio.

Si os animáis a ver algunas, que las disfrutéis.


Across The Universe (2007), de Julie Taymor. La historia de siempre pero narrada -o mejor, cantada y por ello mejorada- con temas de The Beatles. Psicodélica y nostálgica. Una gozada para los sentidos.


Un americano en París (1951), de Vicente Minnelli. Un lugar: el París cosmopolita a través de la mirada de los artistas. Realidad e irrealidad en perfecta armonía. Y Gene Kelly y Leslie Caron en estado de gracia.


Bailar en la oscuridad (2000), de Lars Von Trier. O cómo el drama más peliagudo y desquiciante puede transmitirse por medio de canciones. Impactante. No deja a nadie indiferente.


Bodas y prejuicios (2004), de Gurinder Chadha. Actualícese cualquier argumento de una novela de Jane Austen y aderécese con números musicales de Booliwood. Colorista a más no poder.


Los caballeros las prefieren rubias (1953), de Howard Hawks. Aparece Marilyn Monroe: ya está todo dicho. Pero, ojo, que la morena Jane Russell no le va a la zaga. Una maravilla.


Cabaret (1972), de Bob Fosse. La deformación esperpéntica llega al musical. La distorsión histórica de los nazis recibe su respuesta. ¡Viva el Maestro de Ceremonias! Liza Minnelli se encumbra hasta el Olimpo.


Cantando bajo la lluvia (1951), de Stanley Donen y Gene Kelly. El clásico por excelencia. ¿Quién no ha entonado la dichosa cancioncilla en un día de lluvia? ¡Paraguas, charcos y farolas, por favor!


Los Commitments (1991), de Alan Parker. Ascenso y caída de un grupo musical de Dublín. Personajes entrañables y ambientes hiperrealistas. Una pinta, please.


Cry-Baby (1992), de John Waters. Versión canalla de Grease, con un Johnny Depp jovencísimo que entona rock and roll. Todos los personajes son freaks y precisan de un estudio pormenorizado, aunque yo me quedo con la abuela Ramona y la belleza de la rubia Picadillo.


Chicago (2003), de Rob Marshall. Jamás la femme fatale ha sido mejor retratada. Katherine Zeta-Jones, quiero ser tu víctima. Renée Zellweger, me aportas menos pero tienes tu aquel.


Próximamente, más.



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