martes, 27 de abril de 2010




UN VIAJE ES UNA NUEVA VIDA,
CON UN NACIMIENTO, UN CRECIMIENTO
Y UNA MUERTE, QUE NOS ES OFRECIDA
EN EL INTERIOR DE LA OTRA.
APROVECHÉMOSLO.
(PAUL MORAND)

Chronicles pulianeras in London

CAPÍTULO IV
Día 25-3-2010
Londres (tarde y noche)
Las imágenes:
1. En el metro, todos los Danis son pardos.
2. Las puertas de Green Park.

Nos habíamos quedado en que, dada la fuerza empapadora de la lluvia, decidimos refugiarnos en la estación de Charing Cross. Allí la chavalería se nutre y evacúa, dos de las funciones básicas del ser humano.

Por fin, a eso de las 15:00 horas, deja de llover y retomamos la ruta hasta llegar a uno de mis rincones favoritos de la ciudad, Covent Garden, lugar en que los adultos decidimos comer. El lugar elegido es un estupendo restaurante vegetariano (la ensalada de atún degustada por mí se me antoja deliciosa). A pesar de que les otorgamos cerca de 45 minutos de movimiento libre, los childrens se mueven a nuestro alrededor y nos visitan continuamente.

Indudablemente, me confirmo en la idea de que ésta es, quizá, la zona de Londres que más me atrae: transeúntes a mogollón, ambiente bohemio, teatros, publicidad de montajes musicales... Callejeando, aparecemos en Leicester Square y seguimos por Leicester Street. Y, como quien no quiere la cosa, ya nos encontramos en Trocadero y Picadilly Circus. Hay gente para dar y regalar.

Junto a la boca de metro de este lugar hay una tienda de ropa deportiva. La tentación es demasiado grande, y los childrens son engullidos por el ansia consumista. ¡Cerca de hora y media esperando a que todos se reagrupen! Mención especial merece miss C., la última en incorporarse para que la caminata continúe.

El paseo se reanuda siguiendo por Regent Strett, Waterloo Place, Pall Mall, St. James Street, Picadilly, New Bond Street... hasta situarnos en Oxford Street. La lluvia reaparece con mayor intensidad, y la carrera hasta la tienda de Primart no evita que nos empapemos como besugos. Retorna igualmente la fiebre consumista (a la que en esta ocasión yo me sumo) y dedicamos cerca de 2 horas a movernos por las instalaciones de este emporio del vestuario. Al salir, todos se preguntan unos a otros: "¿Cuánto te has gastado?", frase que creo que resume el espíritu de la jornada.

Finalizadas las compras, bajamos por Oxford Street hasta la boca de metro de Marble Arch, con objeto de, con los oportunos trasbordos, volver a nuestro hotel, en la zona de Kings Cross-St. Pancras. Dejamos a buen recaudo nuestras recientes adquisiciones y nos dividimos en dos grupos para cenar: unos se dan a la dieta de la hamburguesa y otros optamos por un italiano. A nuestro regreso se produce la anécdota del profiláctico impertinente, sobre la que no ofreceré más detalles. Únicamente referiré que mi carcajada se oyó hasta en Buckingham Palace y que la reina esa noche tuvo pesadillas.

En fin, otro día finiquitado con buen humor.

CONTINUARÁ

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