martes, 17 de noviembre de 2009


TE QUIERO FUERTE, FUERTE
COMO EL MUERTO A LA MUERTE.
(JESÚS MUNÁRRIZ)

En el Curso de Teatro en el que estoy participando se nos pidió que, a partir de un breve texto teatral de Federico García Lorca, El paseo de Buster Keaton, elaboráramos una fabulación. Fabulé y he aquí el resultado, que a mis compañeros del curso gustó bastante. La Musa granadina, no obstante, se reveló poco generosa en cuanto al título: Eros y Tánatos. Un clásico, vamos.

Prefiero que me llamen "No-Vivo". El término "No-Muerto" se me antoja muy despreciativo. Y, ahora que he decidido iniciar una nueva etapa de esta mi "No-Vida" en Filadelfia, he de desprenderme de todo lo que me evoque mi anterior "No-Muerte" en los Cárpatos. Por este motivo, mis cuatro hijos de sangre yacen a mis pies, con una estaca clavada en el corazón, un corazón que, como el mío, hacía ya siglos que no latía. Por este motivo, yo he atravesado su pecho infame mientras creían pasear en mi compañía por estos parajes en los que las aves nocturnas nos saludan con sus chirriantes gorjeos. ¿No oís a las criaturas de la noche? ¡Es perturbador!

Después del sacrificio de mis cuatro vástagos, he recorrido en bicicleta varios kilómetros. Precisaba canalizar toda mi letal energía para comenzar la búsqueda del renovado amor que anhelo. Es difícil que un ser de mi naturaleza experimente el cansancio físico, así que he optado por devorar la tierra cayendo al suelo desde el velocípedo. Mis colmillos han penetrado en este terruño de ortigas y han bebido de cada grieta hasta dotar a mi rostro de la apariencia de ese actor conocido con el nombre de Cara de Palo. Y, a la vez que continúo con mi caminata macilenta, comprendo que asumir una insólita personalidad cinética no me exime de que las voces del pasado y del presente me acusen de ser un chupóptero de la categoría de los imbéciles. Pero no me afecta en absoluto: me hallo extasiado en mi prístino Paraíso aún por hollar.

Dos bellísimas señoritas de poética cintura comparten confidencias junto a un arbusto. También han llegado a este lugar en sendas bicicletas, maquinarias que en este instante reposan sobre el húmedo terreno. Una de ellas, la que tiene cabeza de ruiseñor, queda rezagada mientras que su amiga, envuelta en un contoneo danzarín, se acerca a este Adán sin Génesis. Se llama Lilith y me provoca con insinuantes mohines de labios. Es diablesa de venenos y espadas, heraldo de los Cuatro Jinetes que inundaron con fuego el Viejo Mundo. Enfurecida por mi indiferencia, me arroja piedras cuyo impacto yo acepto con humildad. Lilith desaparece engullida en tinieblas y, tras de sí, sólo deja un vaho magenta.

Me dirijo hacia la damisela de pose ingenua y rompo el aire con la afirmación universal:
- Usted es Eva.
Ella, si bien ya me conoce desde tiempos ancestrales, simula dudar y me pregunta mi nombre.
- Soy el No-Vivo, Cara de Palo, Adán.

Y Eva se desmaya junto al arbusto. Tiemblan sus miembros y la agonía ya aflora en sus ojos. Me postro ante el cuerpo cerúleo tintineante y mis colmillos se clavan en su venoso cuello.
- Señorita Eva, mediante esta Eucaristía, usted redimirá al No-Vivo, a Cara de Palo, a Adán. Otorgue el perdón a su Padre y Esposo. Ya estamos muertos y, por fin, nos amamos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jeje, perráncanos y chupócteros, los eternos temas son recurrentes como sólo saben serlo los temas eternos, no importa las latitudes ni los estados ontológicos.
sigo visitándote virtualmente y asíduamente, a pesar de la distancia física y de que no siempre deje constancia de ello.
un saludo desde el útero materno (tan necesario vitalmente como es necesario su odio y reniego para sobrevivir e inventarse)

Tepes dijo...

Alégrame saber que continúas ahí, a través de la virtualidad, señor Andrés. Todo un placer compartir mis ralladuras con mentes egregias.
Salve desde la morería.