viernes, 4 de septiembre de 2009


NO HAY PRINCIPIO NI FIN
EN UNA CREACIÓN
QUE FLUYE EN UN TIEMPO
VERDADERAMENTE INFINITO.
(GORE VIDAL)

Carísimos perráncanas y perráncanos, y de manera especial aquellas y aquellos que pululáis en la circunstancia manzanareña:

Me encomiendo una vez más a la protección de la ojizarca Atenea.

La presente es la última entrada que ejecuto desde el ordenador del que he dispuesto en el despacho de Actividades Extracurriculares del IES Azuer, testigo impertérrito de proyectos y confidencias. Aprovecho, entonces, para desearle lo mejor a quien toma el relevo en estas arduas tareas. Mademoiselle Clara, ¡muchísima suerte en esta nueva etapa! Y recuerda que lo importante es (o al menos yo así lo creo) la coherencia con que debemos actuar en nuestra vida. Y como tengo el pálpito de que tú eres una persona coherente, el camino se te antojará más llevadero si desechas a todos los que puedan amenazarte con el lábaro de la intolerancia. Insisto: ¡mucho ánimo, que esta función, al final, depara más alegrías que penitas!

Y a quienes el destino ha deseado que coincidiéramos en algún instante de estos años, pero sólo a los que me habéis ayudado a que esta experiencia resultara llevadera, respetando siempre las particularidades (que son unas cuantas) de mi carácter; que nunca me habéis juzgado, sino que de forma reiterada demostrabais el respaldo que yo precisaba para actuar con libertad; que continuamente me demostrabais que vuestras palabras partían desde la sinceridad y el propósito generoso de compartir trayecto; que habéis contribuido a que mi imaginario se nutra de recuerdos imborrables por intensos...

Para vosotras y vosotros mi agradecimiento y cariño.

No es un final. Es la continuación del comienzo.


2 comentarios:

Almas viajeras dijo...

Muy buena la actualización. Muy buena. Me ha llegado.

Se me olvidó pasarte una cosa que escribí el otro día en un momento de bajón-romanticista-melancólico.

- ¿Me quieres?
- Te odio.
- ¿Me odias?
- Te amo tanto, que he deseado ser el mar y tu las olas, para convertir con mi odio y tu amor, un ancantilado lejano, en una playa acariciada por el sol. En la que parejas que sí aceptan su amor, disfruten de mi inmensidad como mar y tu fragilidad como ola.
- ¿Me llegarás a amar?
- Cuando tu puedas abarcar mi inmensidad, y yo pueda solucionar lo de tu cristalina fragilidad, y mania de estamparte contra las rocas.

Tepes dijo...

¡Muy bueno, Petit Lestat, muy bueno! Ese paralelismo con las rimas de Bécquer que culmina en un acto de fe plenamente "imposibilista". La vida es una antítesis que se nos antojó metáfora y devino en hipérbole.
¡En menudo historiador-literato te vas a convertir!