jueves, 23 de abril de 2009


¿NO HE VISTO A MENUDO
EN LA PÁGINA ÚLTIMA
DE UN LIBRO DE MODESTO SABER
LA PALABRA FIN IMPRESA
EN CAPITULARES ADORNADAS?
(JEAN FOLLAIN)

Sí. Continúo con la publicidad de Cry-Baby.

Hoy os presento a los chicos que componen la banda de Los Honrados: su líder Baldwin (Johnny) y sus tres acólitos, James, Brad y Tom (o lo que es lo mismo, Fernando, Martín y Mezcua).

Baldwin es el antagonista. Odia profundamente a Will Walker y no está dispuesto a que su chica, Allison, caiga rendida en los brazos del malote. Para que sus planes tengan éxito, cuenta, en principio, con el apoyo de la abuela de Allison, la señora Vernon-Williams.

Por su parte, James, Brad y Tom obedecen fieles los dictámenes de su jefe, con quien forman el grupo musical contrario a los de la panda de Cry-Baby. A ellos les deberemos dos de los mejores números musicales de la obra.

Recordad: La obra se representa el viernes 22 de mayo, a partir de las 20:30 horas, en la Casa de la Cultura de Manzanares.

Posdata cinéfila (acerca de tres películas):

Gran Torino (2008), dirigida y protagonizada por Clint Eastwood, es una pequeña joya. Aunque muchos hablen de un final imprevisible, yo reconozco haber sospechado la resolución final del conflicto. Y, con todo, el largometraje me parece otra muestra más de cómo un perráncano insigne, el gran Harry el Sucio, nos enseña en qué consiste construir cine como artesano de pro y en qué radica crear un personaje que difícilmente se borrará de la memoria del espectador. De visión obligatoria.

En el nombre del rey (2007), del realizador Uwe Boll, es una modesta peliculita de fantasía en la línea de El Señor de los Anillos. Para pasar el rato y nada más.

Y, finalmente, Mentiras y gordas (2009), escrita y dirigida por Alfonso Albacete y David Menkes, acaba por convertirse en una galería insustancial de imágenes -de las que tan sólo salvo el impresionante acto eucarístico que protagoniza Mario Casas ya casi al final del filme-. En la estela de Historias del Kronen y casi como continuación de otro largometraje de este dúo (Más que amor, frenesí), el (inexistente) hilo argumental se resuelve en una sucesión de situaciones, protagonizadas por la carne fresca de muchos actores y actrices de última generación, en las que los personajes tienen que decidir qué se meten y por dónde se lo meten. Hermosa juventud, pardiez. Y un regalito para quienes agradecéis los símiles bíblicos: ¿no os parece que el tramo final de la película, desde la antes mencionada comunión pastillera, podría titularse Pasión, muerte y resurrección del pobrecito gay politoxicómano?

En pocos días, más.

No hay comentarios: