POR NATURALEZA, LOS HOMBRES GUSTAN
DE VER COSAS NUEVAS Y DE VIAJAR.
(PLINIO EL JOVEN)
Una vez más, he dejado transcurrir muchísimo tiempo.
¿Excusas? Ninguna.
¿Motivos? Algunos: el jaleo inherente a una segunda evaluación, los días vividos en Lisboa, una Semana Santa caracterizada por el perreo y, sobre todo, una lumbalgia que viene y va (y que cuando viene se hace notar y me arrebata todo atisbo de realizar cualquier cosilla).
En fin, que aquí os dejo una instantánea de la más que famosa catedral lisboeta y os digo que fueron cinco días estupendos (a pesar del chute de autobús y de la copiosa lluvia de la última jornada). En compañía de gente distinta, una vez más recorrí muchos de mis lugares especiales de la capital lusa y he de reconocer que no han perdido su encanto decadente. Y eso que la crisis económica pulula libremente por las calles y plazas y que la sensación de ahogo de sus gentes te atosiga hasta límites insospechados.
¡Hasta pronto!
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