domingo, 10 de abril de 2011

CONTEMPLAR LAS PALABRAS
SOBRE EL PAPEL ESCRITAS,
MEDIRLAS, SOPESAR
SU CUERPO EN EL CONJUNTO
DEL POEMA, Y DESPUÉS,
IGUAL QUE UN ARTESANO,
SEPARARSE A MIRAR
CÓMO LA LUZ EMERGE
DE LA SUTIL TEXTURA.
(JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO)

Cita introductora algo extensa, aunque necesaria. Y es que hoy mi intención es contribuir a conmemorar el (ya pasado) Día Internacional de la Poesía. Como ya he expresado en otro lugar, por entonces la prosaica realidad me zarandeaba con sus inexorables vaivenes.

E igualmente debo decir que esta página ha sido posible gracias a las aportaciones de la poetisa de la que ya os he hablado en ocasiones. A ella pertenecen tanto la imagen (¿a quién se parece el bicho ilustrado del graffiti) como el poema con los que pretendo crear este lírico homenaje.

Con este texto, la poesía se hace carne y explota en un juego erótico. Y en ello no hay nada de pecaminoso ni condenable. Tan sólo es vida.

Cuando la luz se deshaga,

recibiré tu cuerpo desnudo

y el firme perfume


que escondidos rincones propagan.

Nos olvidará el mundo.

El cielo de un tajo se rajará

y volará el instinto

sobre cimas anegadas de audacias.

Planearán los impulsos.

Se superpondrán placeres

y desesperados correrán los anhelos

visibles de impaciencias.

Irradiará la vida.

Las horas palparán exhaustas descargas

y enroscarán ciñendo,

y ceñirán cinturas

en caminos sin distancias.

Cuando la luz se deshaga.

Cuando, en crescendo, ritmos que,

entran y salen,

suben y bajan,

al final restallen

en convulsiones desordenadas.

Pido perdón por mi inoperancia, pero no consigo cambiar el tamaño de letra de los tres primeros versos.

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