miércoles, 21 de enero de 2009


ENTRE POR SU PROPIA VOLUNTAD,
ENTRE SIN TEMOR
Y DEJE AQUÍ PARTE DE LA FELICIDAD
QUE LLEVA CONSIGO.
(BRAM STOKER: DRÁCULA)

Después de muchas reticencias y excusas que no venían al cuento, me he sentado frente a la pantalla para visionar el último fenómeno teen en las taquillas de todo el mundo: la adaptación cinematográfica de Crepúsculo, dirigida por Catherine Hardwicke.

Indudablemente, es una fidelísima adaptación de la saga novelesca iniciada por Stephenie Meyer. Y si ya en su día el libro se me antojo un pestiño, la película ha quedado a la altura. Sé que me condeno al emitir este juicio, pero abomino de estos vampiros en edad del pavo, babosos, ridículos melancólicos, insoportables, insustanciales. ¡No se puede traicionar una naturaleza abocada a la bestialidad aunque se ponga como excusa el amor (y lo que es peor, el amor tachado de falso romanticismo). Es como desear adaptar una novela de Corín Tellado, que para un folletín televisivo puede valer, pero queda estúpido traducido al séptimo arte aunque se cuente con muchísimos medios.

¿Y qué decir de la pareja protagonista? Kristen Stewart (Bella) y Robert Pattinson (Edward) se sumergen en la enésima revisión de la historia de la bella y la bestia para componer unos personajes carentes de matices, con una gestualidad congelada que provoca urticaria. Y lo que suma más puntos en negativo, rodeados de un elenco de secundarios que parecen apostar a ver quién actúa más pésimamente.

¡Por favor! Quedaros con la aportación original al género, el Drácula de Bram Stoker, y sus plasmaciones en cine (sobre todo, la de Francis Ford Coppola). Disfrutad con la vuelta de tuerca que nos regaló Anne Rice antes de desvariar (la trilogía inicial de Crónicas vampíricas con una magistral Entrevista con el vampiro, dirigida por Neil Jordan). Leed hasta la saciedad las alucinaciones sanguinolentas de Baudelaire o las ensoñaciones hemoglobínicas de Rimbaud. ¡Ahí encontraréis la esencia del chupóptero de los afilados colmillos! Quizá entonces me comprendáis.

Mientras tanto, productos como este Crepúsculo me plantean la triste reflexión acerca de si ya es complicado o imposible ofrecer alguna nueva lectura del nosferatu, y, por tanto, el título nos avanza la muerte del no-muerto.

Los vampiros de pro no se lo merecen, sin duda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja, menúda crítica, eres el Hristo Mejode de la crítica cinematográfica. Qué forma más elegante de dejar algo a la altura del betún...
pd. si te interesan perlas de los alumnos, tengo alguna de 2º de la ESO, como que el sexismo es discriminar a una mujer porque es fea :p

Tepes dijo...

Gracias por tus palabras, Andrés. Seguiremos dando tralla, de la buena o de la mala. Y, por supuesto, sí: pásame perlas o cualquier otro tipo de idea para que aparezca en el blog.