jueves, 15 de febrero de 2018

LO PEOR ES CUANDO HAS TERMINADO UN CAPÍTULO
Y LA MÁQUINA DE ESCRIBIR NO APLAUDE.
(ORSON WELLES)

El cine vuelve a ser centro de nuestra atención, la cual, en este caso, gira en torno al último trabajo de uno de los supuestos grandes, Clint Eastwood.
Cipriano Jiménez y su sesudo juicio crítico no se nos muestran hoy muy condescendientes con el largometraje 15:17 Tren a París, con lo que se suman a la opinión generalizada de que Eastwood se ha deslucido con este ferrocarril que descarrila en su trayecto hacia la Ciudad de la Luz.

Aquí tenéis su -siempre- certera valoración.


15:17 Tren a París: Tren a la decepción

Llegamos a un nuevo nivel de dolor mental en las butacas del cine. 

Aprovechan un nombre importante como el de Clint Eastwood para que éste le dé su típico tono patriota y canse al espectador hasta la saciedad. Aprovechan un nombre para vender un tema tan recurrente en la actualidad como unos estadounidenses armados en una situación de peligro. Aprovechan un nombre para convencernos de que un argumento que cabe en un post-it equivale a un buen guion. 

Una historia corta en la que la única tensión se encuentra en el atentado, extendida hasta las dos horas. Un ritmo lento y agotador que aborreció hasta mi propio padre al dormirse durante la sesión. Capas y capas de intención motivadora para presentar a unos personajes planos y actores menos expresivos que una tabla. 

El hecho de asistir a la proyección de este filme es tan estúpido como la escena del atentado en la que un protagonista intenta reducir al terrorista  mientras sus otros dos amigos observan los torpes movimientos del primero. Recalco que este protagonista, en concreto, parece un gran campeón de judo más que un militar. 

Nada más que decir: Clint Eastwood ofreciendo gran calidad e innovación para las carteleras y la propia historia del cine.

Mi puntuación: 3,5 sobre 10

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