NO TENGO PAZ NI PUEDO HACER LA GUERRA.
(FRANCESCO PETRARCA)
Bajo el auspicio de la estatua que homenajea al poeta en la Galería Uffizi de Florencia, cumplo con la amenaza literaria que hace muchísimo tiempo lancé y que había olvidado: completar, con los tercetos faltantes, aquel soneto lúdico que emulaba la poesía clásica de corte petrarquista.
Pues aquí lo tenéis.
Os recuerdo que únicamente pretende ser un entretenimiento compositivo cuyo único propósito es que os dejéis mecer por el ritmo de los versos y que os dejéis empapar por la carga semántica de las palabras.
Recibí
de tus labios frío acero,
si
un día antojo halagüeño de olvido,
hoy
por luces desabridas regido
y
en el fiel mañana pesar ligero.
Que Amor ayer mostrárase sincero,
hizo
de mi deseo fin temido,
adverso
consuelo por ti movido,
ternura
a la que me volví primero.
Mas
en dichosas memorias cobijo
de
antaño aquestas canoras promesas
de
quien otrora de Amor se desdijo.
¿Por
cuál raíz de nuestros males cesas,
en
negar deleites, pues no me aflijo
por
templar caricias de perlas presas?
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