lunes, 22 de septiembre de 2008


- ENTONCES, ¿QUÉ ES LO QUE AMAS, EXTRAORDINARIO EXTRANJERO?
- AMO LAS NUBES... LAS NUBES QUE PASAN... ALLÁ... ALLÁ LEJOS,
¡LAS MARAVILLOSAS NUBES!

(CHARLES BAUDELAIRE: PEQUEÑOS POEMAS EN PROSA)


Uno de mis cuadros favoritos, Venus y Marte (hacia 1480-90), de Sandro Botticelli. Puede admirarse en la National Gallery, en Londres.

Es una de las pocas obras profanas a las que Botticelli debe su fama. Venus, diosa del Amor y la Belleza, vigila mientras su amante, Marte, dios de la Guerra, duerme; ni la concha que soplan en su oreja los traviesos pequeños sátiros ni las avispas que zumban a su alrededor, consiguen despertarle.

La pintura hace referencia a un antiguo mito, y quizá incluso a pasajes concretos de la literatura clásica, pero el tratamiento de Botticelli debe muy poco al arte antiguo: la armadura, el vestido, las joyas y los peinados, incluso las proporciones de los personajes, se ajustan a la moda contemporánea. También es contemporánea, y motivo de broma en las celebraciones de boda (al parecer, la obra formaba parte de la decoración de una casa florentina con motivo de unos esponsales), la idea de que hacer el amor agota al hombre y da fuerzas a la mujer; aunque el mensaje más serio -el amor triunfa sobre todo- es intemporal.

Sólo me resta añadir los versos de Arthur Rimbaud:

¡Que venga, que venga
el tiempo del amor!

Tanta paciencia tuve
que para siempre olvido.
Temores y dolores
a los cielos se han ido.
Y la sed malsana
oscurece mis venas.

¡Que venga, que venga
el tiempo del amor!

Igual que la pradera
al olvido entregada,
crecida, y florida
de incienso y cizañas,
con el feroz zumbido
de las sucias moscas.

¡Que venga, que venga
el tiempo del amor!

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