lunes, 4 de marzo de 2013

LA VIOLENCIA ES MIEDO A LAS IDEAS DE LOS DEMÁS
Y POCA FE EN LAS PROPIAS.
(ANTONIO FRAGUAS FORGES)

¡Cuánto tiempo sin emitir ningún comentario -si bien breve- sobre cine! Pues, una vez entonado el enésimo mea culpa, aquí os plasmo mi opinión sobre esta joya del cine que Quentin Tarantino nos ha regalado, Django desencadenado, con un título con tantas resonancias de tragedia clásica.

Y, cuando la califico como joya, quiero que conste en acta que el western es quizá el género cinematográfico que menos me complace, pero que esto no es óbice para no valorar positivamente lo que concibo como una delicatessen para cualquier cinéfilo. Ni siquiera menoscaban la intensidad del producto la extremada duración del filme, una marca de estilo del realizador, ni la propensión de este a los desencadenados diálogos (¿no están más contenidos en esta ocasión?) de los extremados personajes.

En fin, y resumiendo: La película es una generosa muestra de incontenida testosterona, de fuentes sanguinolientas a raudales, con el propósito de ofrecer un particular ajuste de cuentas con el tema de la esclavitud por aquellas latitudes. Y para tan hermosa y pletórica intención, unos protagonistas y otros antagonistas arrastrados con complacencia al límite y que danzan al ritmo de una banda sonora que, a excepción de los sones raperos, nos rememora lo mejor del spaghetti western.

No hay que perdérsela.

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