martes, 29 de julio de 2014

AQUEL QUE QUIERA CONSTRUIR TORRES ALTAS,
DEBERÁ PERMANECER LARGO TIEMPO EN LOS FUNDAMENTOS.
(ANTON BRUCKNER)

Mi puesta al día en series de televisión se caracteriza por ser lenta y, casi siempre, cuando ya está todo dicho sobre ellas. Pero no creo hacer mal a nadie por ofrecer una somera valoración de mis últimos momentos de la ficción catódica. Así que...

Comienzo por la sexta temporada de TrueBlood, serie sobre vampiros (y si hay chupasangres ya me han ganado) y otros seres sobrenaturales. Aunque ya se le nota ciertas señales de desgaste, al menos me siguen sorprendiendo los desquiciados, viscerales y sexuales argumentos de la panda de Sookie Stackhouse, completamente ajenos a la línea argumental que la autora Charlaine Harris ofrece en las novelas en que se basa la serie. Me he divertido y espero con ansia la séptima y última temporada.

Un estupendo ejemplo de cómo con poco se puede ofrecer mucho: me refiero a la tercera temporada de la serie británica (en esto los ingleses son maestros) Luther. Sólo cuatro episodios para ahondar en la personalidad del policía caza-psicópatas componen esta magnífica tercera tanda.

Dando otro paso por esta zona, algo apenado me deja el final de uno de mis psicópatas favoritos, Dexter. Su séptima y última temporada contiene algún que otro pantallazo memorable (como el del trayecto en coche desde los Cayos a Miami que realiza una temible familia feliz), pero la serie ya estaba debilitada desde hacía bastante tiempo. No obstante, soy de la opinión de que el shakesperiano final no es el que se merecía este peculiar hombre de la sangre.

Por su parte, y ya inmerso en su última temporada, el devenir de Breaking Bad no deja de ser también curioso. Vistas de un tirón las temporadas cuatro y cinco, comprendo su valorada aportación al género. Únicamente diré que es una de las series que más me ha inquietado y desazonado, a pesar de los abundantes salpimentados de humor sanamente ácido que aderezan la función.

Y, finalmente, la primera temporada de Homeland me promete (eso espero) igualmente encuentros futuros deleitables. Aunque los primeros episodios no acababan de engolfarme, el clima in crescendo del resto de los capítulos acabó por convencerme.

Bueno, ya está bien por ahora. 

¡Hasta pronto y que el verano os sea provechoso y dichoso!

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