jueves, 22 de enero de 2015

LA PRIMAVERA DEL ESPÍRITU FLORECE EN INVIERNO.
(ANTONIO PORCHIA)

Qué frío, por Tutatis.
Pero no puedo quejarme. Desde diciembre, se están produciendo reencuentros con viejas o no tan viejas amistades con relativa periodicidad, lo que se agradece muchísimo. Que no decaiga la fiesta.

Por lo demás, aquí dejos este poema de Vicente Huidobro: "Invierno para beberlo".


Cae
Nieve con gusto a universo
Cae
Nieve que huele a mar
Cae
Nieve perfecta de los violines
Cae
La nieve sobre las mariposas
Cae
Nieve en copos de olores
La nieve en tubo inconsistente
Cae
Nieve a paso de flor
Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo.


¡Hasta pronto!

viernes, 9 de enero de 2015

EL PROGRESO CONSISTE EN NAVEGAR SIEMPRE
EN CONTRA DE LA CORRIENTE, QUE ES LA RUTINA.
(CLEMENTE RICCI)

¡Feliz 2015!
Aquí hállome de nuevo, después de unos estupendos días en los que ha primado el reencuentro, físico o virtual, con mucha gente que se había encaminado en otras direcciones. El destino ha querido que volvamos a coincidir y esto me ha llenado de alegría.

Comienzo el recién estrenado año con un breve comentario acerca de dos películas, cada una de ellas muy distinta tanto en su génesis como en sus posteriores gestación y resultado.

El primer largometraje es el cacareado final de la trilogía de El hobbit, también conocido por La batalla de los cinco ejércitos. ¿Qué decir que no dijera cuando comenté las dos partes anteriores? Bien, me centraré en este filme y, si bien es cierto que las condiciones de su visionado no fueron las más idóneas al encontrarme rodeado de un sexto ejército (el del alumnado al que acompañaba en la sala), he de decir que, frente a un planteamiento y un desenlace que me parecieron aceptables, el nudo de la película se me antojó tedioso y nefasto. No obstante, en todos los tramos del filme son evidentes muchas patochadas que provocan la carcajada desmedida y cargan contra el espíritu épico del filme. Valgan como ejemplos de esta irrisión el tratamiento general del personaje de Legolas (con una especial mención al momento en que salta de piedra en piedra cuando el puente se rompe) o el hecho de que Bilbo Bolsón sea capaz de matar a los orcos con una simple piedra. Y, así, hasta la saciedad, sin olvidarnos del eterno metraje con el que suele enervarnos el realizador.

La otra película, dirigida por Theodore Melfi, es St. Vincent, alejada de toda la parafernalia de los efectos especiales y centrada en el trabajo de los actores. Siguiendo la estela de los buenos sentimientos del cine de Frank Capra, el filme se esfuerza por reivindicar el reconocimiento de la santidad en la sociedad contemporánea y, para ello, nos muestra el día a día de un arquetípico antihéroe interpretado por Bill Murray, el cual parece recoger un cierto tipo de personaje que recuerda a muchos de los últimos caracteres interpretados por Jack Nicholson. Con todo, yo me quedo con el papel secundario de Naomi Watts, una embarazadísima prostituta del Este, que huele a premio desde lejos. En fin, un largometraje con mensaje (valga el pareado) que se deja ver con comodidad.

¡Hasta pronto!