jueves, 26 de marzo de 2009


QUIERO VIVIR PARA SIEMPRE
EN TORRES DE TRES VENTANAS,
DONDE TRES LUCES DISTINTAS
DEN UNA LUZ A MI ALMA.
(MANUEL ALTOLAGUIRRE)

Un breve ¡hasta luego! Mañana comenzamos la odisea italiana. En poco tiempo, retomaré el blog.

Este año, al hecho de dejarnos acurrucar por el murmullo de los canales venecianos, de vibrar con los rincones florentinos y de pasear anonadados entre los restos del Foro romano (entre otros indescriptibles momentos), hay que añadir que mi espíritu está exultante. Parece que mi sueño granadino es posible, muy posible. Se acerca el momento de afrontar nuevos retos (eso sí, muy anhelados). Sé que recordaré con nostalgia muchos de lo vivido en tierras manchegas, pero como dijo el poeta: "Ay, tierra, tierra: ¿quieto y en mí me pierdo? ¿en ti no quedo?..." Y la tierra me responde, de nuevo con las palabras del poeta: "Todo el azul, presenta su belleza, ante el fuego que va a nacer."

Gracias.

Os dejo una nueva encuesta. Los resultados de la última expresan lo que esperaba: un 50% opinamos que el panorama político de nuestro país es patético. También lo comentó otro poeta: "El hombre emite su aliento, el limpio cristal se empaña".

Venga, perráncanas y perráncanos, ¡pronto os contaré!

lunes, 23 de marzo de 2009


LAS COPAS FALSAS,
EL VENENO
Y LA CALAVERA DE LOS TEATROS.
(FEDERICO GARCÍA LORCA)

Este domingo, a las 17:00 horas, capuchino en San Marcos. Ritual de muchos años. Cita obligatoria. Y el envoltorio: el rumor de los canales, el repique de campanas y las melodías de las orquestas. ¡La luz! Muy tópico... pero, en ocasiones, es la única forma de sentirse vivo.

Como reflejo, estos versos de la Oda a Venecia ante el mar de los teatros, de Pere Gimferrer:

Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.
Con qué trajín se alza una cortina roja
o en esta embocadura de escenario vacío
suena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes,
palomas que descienden y suavemente pósanse.
Componer con chalinas un ajedrez verdoso.
El moho en mi mejilla recuerda el tiempo ido
y una gota de plomo hierve en mi corazón.
Llevé la mano al pecho, y el reloj corrobora
la razón de las nubes y su velamen yerto.
Asciende una marea, rosas equilibristas
sobre el arco voltaico de la noche en Venecia
aquel año de mi adolescencia perdida.

miércoles, 18 de marzo de 2009


EN LO NEGRO,
EN LA NOCHE ESTARÁ SU MEMORIA,
EN LO QUE SUFRE,
EN LO QUE REZUMA,
EN LO QUE BUSCA Y NO ENCUENTRA.
(HENRI MICHAUX)

Varias jornadas de asueto (o casi, que hay trabajo por delante). Pero, lo más importante, ya queda muchísimo menos para revivir las crónicas italianas. Hoy, una imagen de Pisa.

Acaban de preguntarme cómo me defino ante la vida y sus entresijos. No he dudado ni un segundo. Hace ya tiempo que me conozco: soy un escéptico declarado e incómodo.

Según el Diccionario de uso del español, de María Moliner, el término escéptico se aplica a la persona que duda sobre cierta cosa que se expresa o que no tiene fe en ciertas ideas o creencias, o que, en general, es inclinado a la duda o a la falta de fe.

Yo llevo dudando desde que tengo uso de sinrazón. Por dudar, dudo hasta de mí mismo, y eso que procuro con vehemencia ser coherente con mi discurso aunque, en ocasiones, resulte agotador. ¿Qué postura puedo adoptar cuando las intenciones, los sueños, las supuestas realidades, las inciertas respuestas, son devoradas por los gusanos de la mediocridad, el formalismo y el silencio?

Y no por ello soy infeliz. La consciencia de mi duda me fortalece. Así, no me siento engañado: toda verdad es mentira y toda mentira es verdad. ¡Qué gozosa la incertidumbre de la certeza! ¡Qué suave la caricia de la certeza incierta! Toda lágrima esconde una sonrisa; toda sonrisa despierta una lágrima.

No sólo soy escéptico. ¡También soy paradójico!

sábado, 14 de marzo de 2009


MAS NO SÉ
POR QUÉ ESTE TORBELLINO DE IMÁGENES
ME DEVUELVE SIEMPRE
AL MISMO PUNTO DE PARTIDA.
(LOUIS ARAGON)

Un rincón de Siena, grúa incluida. El atardecer de la Toscana -¡ese azul!- indescriptible.

Otra ración de lo que escribo. Es un fragmento de un relato intranscendente que, en su momento, llamé Flores para Marlene. ¡Ay, cuánto le debo al maestro Fellini!

Marlene me regala sus protuberancias con el gesto cómplice de quien comprende que el público, por mucho que se le provoque, no se atreverá a subir al escenario. Inclinada a mi lado, respira pausadamente. Su pecho gime intentando escapar de la cárcel que lo retiene contra su voluntad. La fragancia de sus miembros acaricia mis sentidos. Una gotita de sudor, como agua de rocío, se pierde entre las cumbres vírgenes.

Marlene descubre mi mirada extraviada. Yo me sonrojo de inmediato. Sus labios carnosos y tentadores escabullen una retahíla de incomprensibles letanías. Después, el silencio campea orondo, mientras se burla de este hombre acongojado por el poderío de unos senos turgentes.

Una imagen se apuntala en el recuerdo: trae a mi sobada memoria la ocasión en que, siendo yo un niño con apenas cinco años recién cumplidos, paseaba de la mano de madre por un parque. Allí, un encorvado anciano de barbas erizadas vendía globos de todos los colores, tamaños y formas. Por supuesto, yo me obsesioné con el más enorme: una imperfecta esfera rojiza que decidí poseer a cualquier precio.

A esa edad, y pocos lo negarán, se ignora el valor de la propiedad o, mejor, se considera que absolutamente todo nos pertenece, aunque lo óptimo, para vanidades propias y ajenas, reside en apelar a la mediación maternal rogando la eterna bendición. De esta manera ambas partes quedan satisfechas: el niño, feliz y contento con lo que es suyo por derecho natural; la madre, congratulada y alborozada de alcanzar la luna por su retoño.

No obstante, un gran número de progenitores desconoce estas reglas del juego, ya por que jamás les iniciaron en los arcanos de dicha mística, ya por que sencillamente no les interesa. Entre unos y otros, existen diferentes comunidades de postulantes. Madre pertenecía a la Secta de los Hipotéticos: sólo accedía a mis deseos cuando yo cumplía sus condiciones.

- Si eres bueno, si te portas bien, tendrás el globo.

Mi comportamiento, por lo visto, cotizaba entonces al alza en el mercado y, al cambio, parecía una moneda muy fuerte. Así que obedecí a madre y fui bueno. Tan sólo pisoteé un par de palomas y sacudí a un estúpido de tres años que pretendía robarme el columpio.

martes, 10 de marzo de 2009


PREPAREMOS PUES LA PÁGINA
DONDE HOY PUEDA NACER
UNA VERDAD QUE SEA VERDE.
(FRANCIS PONGE)

Y los días transcurren con inaudita celeridad... Y se acerca el momento de retornar, aunque luego también los instantes se antojen efímeros. Hoy, una imagen de Roma... Es el Tíber y el puente que da acceso a la Isla Tiberina.

Otro de mis entretenimientos (tal vez por defecto de fabricación) es jugar con las palabras y sus significados. He aquí una muestra de lo que he dado en llamar Diccionario desordenado, zafio y estulto. Echadle imaginación al asunto, que ayuda.

1. Misterrio: Sust. M. Un río muy señor, allá en la Inglaterra.

2. Polinomío: Sust. M. Policía de andar por casa que no me pertenece.

3. Cagallero: Sust. M. Caballero con problemas intestinales.

4. Guadiana: Sust. F. Mujé que guada cosas.

5. Mingnero: Sust. M. Minero de la dinastía Ming.

6. Ostra: Adj. F. Distintra.

7. Nubre: Sust. F. Nube lechera.

8. Semental: Sust. M. Semen indefinido.

9. Mamar: Sust. M. Oceocéano.

10. Jilgorro: Sust. M. Pájaro con sombrero.

11. Socorrer: V. Correr parando al burro.

12. Muchedambre: Sust. F. Multitud de personas con un apetito enorme.

13. Odalista: Sust. F. Mora del harén que sabe más de la cuenta.

14. Puñertad: Sust. F. Acción por la que te hacen la puñeta durante la pubertad.

15. Carreta: Sust. F. Máscarra.

Si con esto he logrado siquiera una leve sonrisa, me doy por satisfecho.

jueves, 5 de marzo de 2009


LOS SENDEROS SON ÁSPEROS.
LOS MONTÍCULOS SE CUBREN DE RETAMAS.
EL AIRE ESTÁ INMÓVIL.
¡QUÉ LEJOS ESTÁN LOS PÁJAROS Y LAS FUENTES!
ESTO SÓLO PUEDE SER EL FIN DEL MUNDO,
QUE AVANZA.
(ARTHUR RIMBAUD)

Queda menos para volver a experimentar el síndrome de Sthendal.

Slumdog Millionaire, el largometraje triunfador en los últimos Oscar: ocho estatuillas doradas, ni más ni menos (película, dirección, guión adaptado, fotografía, montaje, banda sonora, canción original y sonido).

Y nos vienen con el cuento de que érase una vez una película modesta que se las dio con queso a las grandes superproducciones... Será cierto, no lo pongo en duda, pero ¿es que acaso precisaba esta historia de grandes medios para ser trasladada al celuloide? Me parece que no, ya que únicamente necesitaba de un brillante narrador visual (y el realizador Danny Boyle puede ufanarse de serlo), de unos actores solventes y absorbentes (aquí, en Occidente, resultan tan desconocidos como eficaces) y de una ambientación lo suficientemente atractiva como para que lo exótico nos resulte más que reconocible y próximo (y la India cumple a la perfección con este propósito).

Con todos los referentes propios de la novelas de Charles Dickens, y sin olvidarnos de nuestra excepcional novela picaresca, la primera hora y media del filme, con la alternancia de secuencias entre la comisaría, el concurso televisivo y la infancia del protagonista, se convierte en un ejercicio ejemplar. Además, considero un enorme acierto el hecho de que el jovenzuelo conozca las respuestas por el hecho de que todas tengan que ver con su trágica experiencia vital. Luego, durante la última media hora, cuando gana terreno el desenlace del concurso y la trama sentimental, la película pierde fuerza. Pero puede disculparse, puesto que, si tenéis paciencia y esperáis a los títulos de crédito finales, gozaréis de un espectáculo musical para mayor gloria de Bollywood que logra que se olvide el pinchazo anterior.

Todo lo dicho puede resumirse con dos palabras: miseria y color. Y, sosteniendo este andamiaje, una aceptable banda sonora (aunque, seamos sinceros: dentro del mismo estilo, yo me quedo con la de La boda del Monzón).

No creo que se trate de la mejor película de 2008, pero se le acerca. Disfrutad de ella.

domingo, 1 de marzo de 2009


LOS MILLONES DE HOMBRES QUE CONFORMAN UN PUEBLO
SON NECESARIOS PARA QUE NAZCA UN SOLO GENIO.
(STEFAN ZWEIG)

Marzo. Cuenta atrás. Volveremos a Italia. Un trocito florentino, para empezar.

Y varias reflexiones. Tienen ese toque simbolista y surrealista que tanto me subyuga. Las he agrupado bajo el nombre de Acurrucados en el tiempo.

I. Vosotros, los iniciados, escarbáis para quien no vea en el último umbral.

II. Yo, oh sabedor de mí, recordaré cuando el Sol llegue de nuevo dos horas después del amanecer.

III. A ti, que cantas mientras te precipitas con la ilusión de la distancia.

IV. Ellos, los otros aquellos yo, hubieran sido acogidos en medio de un velo de juncos.

V. El anhelo de olvidar lo injusto se satisfizo en el color de la escalera. Únicamente fue el deseo de un abismal goce.

Ya vendrán más, ya. Avisados están ustedes.